La conmovedora historia de J., el niño de dos años con síndrome de West (epilepsia grave de la infancia) que está siendo tratado -con éxito pero en clandestinidad- con un cannabinoide, nos obliga a reclamar una regulación clara y alejada de cualquier estigma para el consumo de cannabis con fines terapéuticos. Los cerca de 2.000 estudios que demuestran que este estupefaciente funciona como tratamiento en una veintena de enfermedades son el mejor aval para exigir más medios y mejor prensa para la investigación del uso del cannabis con fines médicos. Los enfermos de cáncer, epilepsia o dolores neuropáticos que utilizan bajo cuerda y de forma cotidiana la marihuana para combatir o aliviar los síntomas de sus enfermedades merecen ser tratados con todas las garantías que sólo la investigación científica y la regulación pueden asegurar.
El cannabis como medicina está prohibido en buena parte de los países europeos, pero es legal en 25 Estados norteamericanos o en Canadá. En España su consumo es ilegal, con excepciones, ya que sí está permitido prescribir un medicamento con sus componentes (Sativex), pero sólo para los enfermos de esclerosis múltiple. También los adultos pueden consumir cannabildiol siempre que el THC (su elemento psicoactivo)no supere el 0,2%. Sin embargo, en la práctica, son muchos los enfermos que, tutelados por los propios médicos y con ayuda de las asociaciones, utilizan los cannabinoides, en una proporción mayor con fines terapéuticos. El coste del Sativexes de 510 euros sin receta médica. La imposibilidad de comprar el estupefaciente en farmacias obliga a muchos de ellos a acudir al mercado negro y su desesperación ante los efectos devastadores de las enfermedades que trata puede hacer que algunos hagan un mal consumo del mismo.
No hay motivos para que esto siga siendo así. De hecho, ya contamos con la experiencia de un proyecto piloto que lanzó Cataluña en 2008 para prescribirlo por la vía de uso compasivo a mujeres que padecían efectos secundarios por la quimioterapia del cáncer de mama. Inclusola Organización Mundial de la Salud reconoce las bondades curativas de esta sustancia, al tiempo que pide más investigación.Ni el irresponsable uso lúdico de la marihuana, ni los intereses de la industria farmacéutica (por la posible mayor rentabilidad de otros medicamentos)deben empañar el debate sobre la legalización de esta planta con fines terapéuticos.