La popularidad de los extractos de cannabis se ha disparado dentro de la comunidad cannábica de los EE.UU, hasta el punto en que la DEA está tratando de imponer un nuevo normativa para estas sustancias específicamente a la hora de incluirlas en el Lista. La extracción con disolventes no es un método nuevo (aunque las técnicas han mejorado espectacularmente en los últimos años), y forma parte de una larga trayectoria de perfeccionar el cannabis hasta su forma más pura.
Los Extractos de Hachís y de Marihuana
Existen varias maneras de purificar el cannabis eliminando la materia vegetal y dejando sólo la resina. Todos los productos que se obtienen a traves de estas diferentes técnicas podrían ser denominados “hachís” de manera poco precisa, pero los que forman parte de esta industria, en general, distinguen entre los métodos tradicionales de elaborar hachís y las técnicas modernas de extracción.
Puede que de los métodos para elaborar hachís de forma tradicional (es decir, la frotación a mano y el tamizado en seco) se obtengan productos de muy alta calidad, pero debido a los medios mecánicos de separación, es casi imposible evitar que quede algo de materia vegetal entre las glándulas de resina.
La textura y el color del hachís elaborado tradicionalmente se ven influidos por varios factores, entre los que se incluyen la cantidad de materia vegetal residual, la técnica, y el nivel de compresión. Asimismo, el hachís frotado a mano debe su coloración oscura a la oxidación superficial del THC.
La Extracción con Agua
Utilizar agua a punto de la congelación para ayudar a separar los tricomas de la materia vegetal no es una idea nueva, aunque sin duda las técnicas se han ido perfeccionando cada vez más a lo largo de los años. Técnicamente hablando, este proceso es un proceso mecánico, no es químico, ya que la resina del cannabis es indisoluble en agua y, por lo tanto, el agua no actúa como disolvente.
La forma más básica para obtener hachís con agua consiste en rellenar una jarra con agua, hielo y materia de la planta, después se cierra herméticamente la jarra y se agita. La agitación separa los tricomas de la materia vegetal, y la densidad diferencial de las respectivas partes hace que los tricomas se hundan mientras que la materia de la hoja flota. Este proceso se ha perfeccionado a lo largo de los años al mejorar las técnicas de agitación y filtración hasta el punto en que se pueden obtener extractos muy puros.
Un buen ejemplo es el ice-o-lator, vendido en Amsterdam, con el que se lleva obteniendo hachís utilizando hielo o agua durante años, y la pureza de determinados extractos es tal que actualmente se conocen cada vez más como extractos no disolventes o “sin disolvente”, particularmente en el mercado de los EE.UU. El hachís es poco familiar para la mayoría de los estadounidenses, a diferencia de para la mayoría de los europeos, y el término surgió como una forma de diferenciarlo de los extractos a partir de disolventes más familiares que ya están disponibles en los EE.UU.
La Extracción con Disolventes
Con el fin de separar completamente los tricomas de la materia vegetal, es necesario un proceso químico en lugar de uno mecánico (aunque varios procesos de extracción química también utilizan las fases mecánicas, por ejemplo, moler, congelar y filtrar). La separación química requiere el uso de un disolvente capaz de disolver los tricomas; estos disolventes pueden ser tanto polares (alcoholes como el etanol o el isopropilo) como no polares (butano, hexano).
La polaridad química se refiere a la carga eléctrica presente en una molécula. Una molécula polar (como el H₂O) lleva una carga positiva en el átomo de oxígeno y cargas negativas en los dos átomos de hidrógeno; debido a la diferencia en la carga, tiene un dipolo neto (dos polos opuestos). Una molécula apolar (como el metano; CH₄) tiene la misma distribución de carga y por lo tanto no tiene ningún dipolo.
La Polaridad de los Disolventes
En términos generales, un disolvente apolar disolverá una disolución apolar, y un disolvente polar disolverá una disolución polar: por ejemplo, el butano disolverá el aceite, y el agua disolverá el azúcar. Sin embargo, la clasificación de disolventes simplemente como polares o apolares es demasiado simple, ya que la polaridad química, de hecho, es una escala relativa.
Una forma de medir la polaridad consiste en echar un vistazo a la constante dieléctrica del disolvente. Esta constante dieléctrica es una medida separada—la relación de la capacidad eléctrica global de una sustancia frente a la de un vacío, cuando se aplica una tensión específica—pero coincide bastante bien con la polaridad que es una medida útil.
Los Disolventes Polares
La categoría de los disolventes polares es mucho más amplia que la de los apolares, ya que para que un disolvente sea considerado apolar debe tener una constante dieléctrica de no más de 15, mientras que en los disolventes polares puede estar comprendida entre 15 y 100. Esto explica por qué el agua no actúa como un disolvente para los cannabinoides, a pesar de ser un disolvente sumamente polar en si mismo—el agua tiene una constante dieléctrica de 80,4 a 20°C, mientras que el etanol y el alcohol propil tienen una constante de 24,3 y 21,8 respectivamente.
De hecho, algunos clasifican a este tipo de disolventes como parcialmente polares, ya que no están muy por encima del punto de corte de 15 de constante dieléctrica. No está claro en qué momento la constante sube demasiado y los cannabinoides dejan de ser solubles pero, en general, llegar lo más cerca posible de 15 cuando se utilizan disolventes polares es una buena regla para la práctica.
Los Terpenos y La Clorofila
Cuando se usan disolventes polares, también se disuelven ciertos compuestos polares contenidos dentro de la materia de la planta y permanecen en el producto final (a menos que se realicen más fases de filtración, muchas de las cuales reducen la potencia y el sabor—como la filtración con carbón vegetal). La clorofila, los terpenos y otros alcaloides vegetales, todos generalmente indisolubles en disolventes apolares, se disuelven en la solución e influyen en el aroma, sabor y en la consistencia final del extracto.
Mientras que puede ser conveniente incluir terpenos (que son en gran medida responsables del sabor y del aroma), se opta menos por la clorofila, por su color verde oscuro y su sabor amargo. Además la filtración a menudo elimina los terpenos e incluso algunos cannabinoides, así que es mejor evitar que la clorofila se disuelva en el primer lugar.
Los métodos de lavado rápido son una buena solución intermedia: la materia vegetal se sumerge en un disolvente durante menos de un minuto, en comparación con las (hasta) varias semanas de los métodos estándar. Este método también permite una cierta retención de los terpenos que son los que conforman el sabor.
Los Disolventes No Polares
El disolvente no polar, o apolar, más comúnmente utilizado para extraer los tricomas del cannabis es el butano, que tiene una constante dieléctrica de 1,4 a -1°C. Otros disolventes comúnmente utilizados son el queroseno, popularizado por el método de extracción de Rick Simpson, que tiene una constante dieléctrica de 1,8 a 21°C, y el aceite de oliva, cuya constante dieléctrica es de 3,1 a 20°C.
Los disolventes no polares son muy capaces de disolver los cannabinoides, que son (como moléculas lipídicas) no polares por naturaleza, pero no pueden disolver los compuestos polares, como los terpenos, los alcaloides y la clorofila (que en sí misma no es de hecho un compuesto polar, sino que se fija dentro del tejido de la planta gracias a un compuesto polar de proteínas que se une a la clorofila y es soluble en agua).
Pero la disolución no es el único factor a considerar: una vez que los cannabinoides están en la solución, se hace necesario eliminar el disolvente para que quede una disolución de extracto de cannabis puro.
El Punto de Ebullición de los Disolventes
Por lo tanto, se prefieren los disolventes con un punto de ebullición bajo—tanto polares como no polares. El butano (C₄H₁₀) tiene un punto de ebullición de -1°C, mientras que el etanol hierve a 78,4°C y el isopropilo a 82,5°C. Por el contrario, el aceite de oliva tiene un punto de humo de aproximadamente 191 a 207°C , y hierve a 300°C. Los aceites generalmente hierven a temperaturas muy altas y exhiben una evaporación insignificante a temperatura ambiente debido a la fuerza de sus enlaces intermoleculares.
Mucho antes de que el aceite llegue al punto de ebullición, ya se habrán destruido los cannabinoides (que se vaporizan a 180-220°C). Por esta razón, los extractos elaborados con aceite de oliva (o cualquier otro líquido que hierva a una temperatura muy alta) tendrán necesariamente que permanecer en forma de solución líquida y no pueden reducirse a una solución pura.
En la práctica, un punto de ebullición muy bajo es útil con los disolventes ya que se evaporan rápidamente a temperatura ambiente o con una cuidadosa aplicación de calor. Siempre debe tenerse mucho cuidado cuando se utilizan fuentes de calor alrededor de los disolventes, ya que muchos son compuestos altamente inflamables; por lo tanto, desde una perspectiva de seguridad, es conveniente minimizar el uso de fuentes de calor, siempre que sea posible. Asimismo, cada vez se utilizan más los sistemas de circuito cerrado, ya que el riesgo de ignición dentro de un sistema de este tipo es prácticamente inexistente.
Existen numerosas formas de procesar tus extractos que garantizan que se eliminen todos los restos de disolvente. Estate atento a nuestro próximo artículo sobre cómo depurar, prepararse para el invierno y otras técnicas para purificar los extractos ¡hasta desarrollar plenamente su potencial!